Los NN de la Chacarita
En el cementerio más grande de Argentina
hay mausoleos señoriales tan amplios y tan costosos como muchos monoambientes a
estrenar. Hay tumbas olvidadas. Hay celebridades. Hay mucho mármol. Hay calles
y diagonales. Y huesos. Fundamentalmente, hay muchos huesos.
En algunas parcelas, esos huesos están
perfectamente ubicados, registrados y nomenclados. El osario general, en
cambio, es un camposanto de centenares de metros cuadrados de huesos sin
nombre. Es un inabordable mejunje de ADN.
Maco sabe que buscar allí es
imposible. Humanamente imposible. Por eso se cuida de no ceder ni una mínima
porción de esperanza a la familia de María Cristina que ahora, de pronto, sabe
que ella está ahí, en algún lugar de la Chacarita, debajo de la gramilla que
crece junto a la cruz mayor, recostada contra el largo paredón de calle
Newbery, debajo de tanta cera derretida y tantos pétalos de plástico.
Más de treinta años de huesos se
acumularon entre el cuerpo de María Cristina y la superficie. Al osario común
van a parar los viejos muertos, los que ya no caben en la economía de las
tumbas. También los muertos que nadie reclama. Todos esos huesos se echaron
sobre María Cristina, a quien sí buscaban.
Foto: Carlos Garcia Granthon |