Webperiodismo cultural: observar qué hacen los otros para saber hacia dónde ir

Ramón Salaverría sostiene que uno de los principales retos que nos plantea la convergencia digital es el de “crear una retórica periodística multimedia”. Crear a partir de la experimentación -agrego yo-, ensayar y errar y mejorar y modificar, pero también estar atentos a la experimentación de otros. Un buen camino para pensar nuestras prácticas comunicativas en la web es mirar muy de cerca el trabajo de quienes ya están haciendo. Revisar detenidamente qué están haciendo y cómo lo hacen. Quizás encontremos allí disparadores para nuestros propios emprendimientos, nos construyamos un modelo a seguir o, por el contrario, encontremos exactamente aquello que no queremos hacer.

Este post es mi respuesta a la consigna planteada por Dardo Ceballos a modo de Trabajo Práctico 1 en el marco del Taller “Webperiodismo Cultural Iberoamericano”. Aunque el enunciado del trabajo pedía “pensar nuestra propia experiencia en los medios donde trabajamos”, decidí analizar otra cosa. Me detuve a mirar el caso de la revista Rolling Stone, un medio cultural de larga trayectoria en soporte papel que está haciendo también su propia historia en la web.


Me decidí a incumplir la consigna por dos razones: primero porque “mi propia experiencia” como “webperiodista” anda desperdigada en medios, blogs y redes sociales y, por tanto, resulta difícil hacerla entrar en una revisión como la que se propone aquí (en lo últimos días, encima, vengo trabajando en comunicación digital corporativa, que es otro cantar, pero en el fondo es prima-hermana del periodismo digital o, al menos, yo la estoy emparentando). En segundo lugar, porque confío en lo que pueda “aprender mirando”, que es tan –o más- enriquecedor como auto-observarse y auto-cuestionarse (y auto-narrarse, que es el acto constitutivo de mi identidad, dicen…).


Dicho esto, va mi análisis de la Rolling Stone:


  • Si bien está anclada en la agenda de la versión papel, la versión digital de la revista desarrolla contenidos exclusivos para la web y supo adaptarse al modelo comunicacional de los medios sociales. A nivel visual, los contenidos se organizan con un formato similar a las “entradas” de un blog, con predominancia de fotografías que se muestran de modo dinámico.
  • El lector de la versión digital se construye como un usuario activo que puede intervenir la organización de la información en la medida en que sus recorridos y valoraciones repercuten en rankings de notas “más leídas, más vistas y más comentadas”. También existe la posibilidad de dejar registro de las impresiones en el espacio de los comentarios que cada entrada incluye. Si bien los lectores no tienen para con los contenidos la misma libertad de acción que los autores, sí pueden hacer oír su voz y alcanzar un interesante nivel de interacción. En términos de José Luis Orihuela, estaríamos frente a un caso de cambio paradigmático del modelo de las audiencias al modelo de los “usuarios”. El medio incluso interpela a los lectores planteándoles preguntas que motiven a opinar. No obstante cabe aclarar que es necesario ser usuario registrado del sitio para comentar, lo cual habla de ciertas resistencias del medio a dejar totalmente abiertos y libres los espacios de participación de los lectores.
  • La revista digital aprovecha bien el carácter multimedial de la web y propone artículos que integran fotografías, videos y audios.
  • Los artículos utilizan el hipertexto con función de cita: enlaces que remiten, por ejemplo, a la página oficial del personaje sobre quien se habla. La mayor parte de los enlaces que se esparcen por el texto son internos: llevan a otras notas publicadas por la misma revista. No hay producción hipertextual del texto en el sentido de planificar nodos interconectados con diferente grado de profundización de la información. Más bien, pareciera que se escriben textos planos a los que luego se agregan algunos links de referencia.
  • El medio también hace uso de redes sociales. Tiene una cuenta en Twitter (@rollingstonear) y una Página de Fans en Facebook. A juzgar por sus publicaciones, Rolling Stone está en Twitter sólo para traccionar lectores a su web. Tiene una actitud spammer, tuitea exclusivamente enlaces a sus artículos, no dialoga con su comunidad e incluso publica sus tuits desde una aplicación automática: TwitterFeed. No hay ningún ser humano detrás de esos mensajes, la cuenta de Twitter está absolutamente vacía de “voz” (y, de paso, vacía de vos) y su potencial comunicativo se reduce a cero. (Dije potencial comunicativo, no potencial de clicks en enlaces. Hay que reconocer que la cuenta tiene más de 57 mil seguidores, que estimo generarán un buen número de clicks).
  • Una de las más interesantes oportunidades que aporta Twitter al periodismo digital es la publicación de primicias y noticias en tiempo real. Evidentemente, es una oportunidad que RS no está interesada en aprovechar ni capitalizar.
  • En cuanto a su Página de Fans en Facebook, RS tiene más de 23.700 fans que tienen la posibilidad de publicar libremente en el muro. Sin embargo, no pueden esperar respuesta alguna de parte del medio. El contenido que se publica allí sigue la misma lógica que la cuenta de Twitter: primeros párrafos de notas con enlace para “seguir leyendo” en el sitio de la revista. Otra vez, la presencia en la red social se piensa como depósito de links.
  • Las cuentas de redes sociales del medio son bastante herméticas. Por su potencial de aproximación a los lectores, podrían utilizarse de maneras creativas, para mostrar, por ejemplo, el funcionamiento interno del medio y muchas otras cosas que no se publican ni en la revista en papel ni en el sitio web. La producción del medio podría volverse mucho más transparente e interesante si los usos de sus redes se pensaran desde otra lógica.

A modo de cierre del análisis, podría decirse que la revista tiene aciertos y errores a la hora de proponerse como medio digital. En cuanto a esquema de negocios, difícilmente los dueños del medio estén planteándose un fracaso. Pero, desde otro ángulo, sí hay desaciertos que los periodistas digitales deberíamos enmendar en nuestros espacios: en primer lugar, no deberíamos estar en las redes si vamos a desconocer su espíritu. Luego, si decidimos estar, deberíamos pensar modos creativos de utilizarlas: encontrar la identidad de nuestros medios en las historias que narramos con voz humana, cercana y conversadora.

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