Apuntes sobre el trabajo de campo de mi tesina

Por cuestiones de género, este post desencaja perfectamente con el resto de los artículos que publiqué en Pampa y La Vía. Hasta aquí han sido crónicas, notas sobre periodismo digital y textos ajenos que aportaban definiciones –o cuestionamientos- a la política editorial del blog. Lejos de eso, esta nueva entrada tiene una doble justificación: por un lado, le resulta útil a la autora porque la obliga a terminar de delinear lo que será su exposición de defensa de tesina mañana, y, por otro, puede servir de apunte para aquellos que están proyectando sus propias tesinas y navegan en el brumoso mundo de la duda.

Digo esto porque circula por la web una comunidad de tesistas en red cuyo objetivo es el trabajo (y el aliento) colaborativo entre sus miembros. Si la idea de empoderamiento de este grupo parte del aporte de sus miembros, entonces vaya este texto como mi contribución a los saberes colectivos que allí se están gestando y, de paso, sirva de respuesta para sus pedidos de compartir la tesina. (Agrego una razón más: valga también para darle algo que encontrar a aquella persona que hace un par de días buscó en google “tesis anahi lovato rosario 2009”, indagación que me tiene terriblemente intrigada y asustada, y que fue develada por mi fantabuloso contador de visitas).

Para los lectores que no son amigos (es decir, para los que no se cuentan en el 99,9% que contabilizó Violeta) y por tanto no están al tanto, mi tesina de grado se titula La prensa en proceso. Estrategias argumentativas de la prensa argentina durante los nueve meses previos al golpe militar de 1976. El caso de las editoriales del Diario Clarín y tiene como objetivos la descripción exhaustiva de las estrategias utilizadas por el diario en la redacción de sus artículos editoriales, el relevamiento de los modos en que Clarín se posiciona como sujeto enunciador en el texto apelativo de sus artículos e instaura un destinatario para su discurso, la dilucidación de los recursos puestos en juego por el diario para el sustento de una posición sobre los hechos y la comparación de las líneas argumentativas sostenidas por el medio a lo lardo del período histórico antes mencionado.

Lo que intentaré relatar a continuación es el trabajo de campo que fue necesario desarrollar para llegar a la instancia de redacción del informe final de la tesina. Tal trabajo de búsqueda de información, análisis, comparación y sistematización de datos ocurrió luego de que se hubieron definido el marco teórico y los criterios metodológicos para abordar el objeto que se pretendía estudiar.

A nivel teórico, para el abordaje del discurso editorial de Clarín se construyó un marco compuesto a partir de las categorías aportadas por la Teoría de la Enunciación, la Teoría de los Discursos Sociales y la Teoría de la Argumentación. La composición de dicho marco respondió a los criterios de la triangulación teórica, cuyo propósito radica en complementar la información que cada teoría es capaz de construir, de modo de asegurar un análisis del objeto más rico y exhaustivo.

A nivel metodológico fue preciso, primero, construir una muestra abordable –considerando los recursos disponibles para la investigación- y suficiente para permitir poner a prueba algunas hipótesis de generalización. La muestra se compuso con las editoriales dominicales publicadas por Clarín durante los nueve meses previos al golpe de Estado (julio de 1975 a marzo de 1976) e incluyó, además, el conjunto de las editoriales publicadas durante la semana anterior a la fecha clave de la investigación: el 24 de marzo de 1976. En relación al método de trabajo específico, fue necesario rastrear en el conjunto de las editoriales las huellas discursivas a partir de las categorías a la luz de las cuales se puso bajo estudio el objeto. Los conocimientos se construyeron de manera inductiva, es decir, yendo desde lo particular –el análisis de las huellas halladas cada discurso editorial- hacia lo general –la detección de regularidades, características que se repiten a lo largo del corpus, y que permiten obtener algunas conclusiones-.

Más allá de las primeras definiciones teórico-metodológicas, el trabajo de investigación para esta tesina puso en evidencia lo que muchos autores venían sosteniendo en relación al proceso de investigación: su recursividad. Esto significa que las diferentes etapas del trabajo por las que hube de pasar reenviaban necesariamente a las anteriores, muchas veces introduciendo cuestionamientos que hacían precisa su reformulación.

El trabajo de campo propiamente dicho comenzó con la búsqueda de archivo de las editoriales en la hemeroteca. En esa instancia, el hecho de empezar a pispiar los diarios de cada mes en su conjunto me produjo la incertidumbre de estar dejando afuera del corpus –que incluía exclusivamente las editoriales dominicales- artículos importantes. En ese momento opté por revisar las editoriales de toda la semana y fotografiar (los diarios de 1975-76 constituyen material histórico que, por motivos de conservación, no está permitido fotocopiar, sólo se pueden tomar fotografías digitales sin flash) aquellas que, a primera vista, me parecieran interesantes y pertinentes a las cuestiones que quería estudiar: particularmente argumentaciones de carácter político.

Sin embargo más tarde, a la hora de sentarme a analizar, comencé a notar que aquellas editoriales “fuera de corpus” que había traído no aportaban información demasiado relevante en relación a las que sí pertenecían a la muestra definida en la instancia metodológica del proyecto de investigación. En definitiva, mi decisión de “fotografiar por las dudas” no resultó, finalmente, demasiado acertada.

Otra cuestión que se me presentó mientras trabajaba en la hemeroteca fue el temor a perder ciertas claves de contextualización que necesitaría para comprender en casa los enunciados de las editoriales. Por claves entiendo el conjunto de la información que necesito para recomponer los sucesos que ocurrían en el momento de la enunciación. Aparecían en las editoriales muchos referentes externos que me resultaban desconocidos: hechos o personas familiares para los contemporáneos del período histórico estudiado, pero no igualmente familiares para mí (autoerigida como “la analista”). Mientras tanto, el contexto histórico que había armado previamente para poder interpretar con mayor profundidad el contenido de los textos no me resultaba útil en algunos casos porque la prensa diaria mencionaba acontecimientos que a los estudios históricos –por su condición de estudiar de manera más general los procesos- se les habían pasado por alto. Decidí entonces documentar fotográficamente las tapas de los diarios, de modo de poder seguir –al menos con la información de los titulares y los copetes- aquellas noticias que sucedían durante la semana y sobre las cuales solía despacharse Clarín en sus editoriales. Esa sí fue una decisión acertada porque me permitió ganar información en la contextualización de los artículos analizados.

Luego de la recolección del material de archivo llegó el momento de analizar las editoriales rastreando en su superficie el conjunto de categorías que definí como marco teórico de la investigación. Allí me encontré con el problema de trabajar con muchas categorías en simultáneo. Tenía por un lado que registrar, por ejemplo, las modalidades del nosotros, los subjetivemas, los usos polifónicos del discurso, los componentes discursivos, los colectivos de enunciación, los tipos de argumentos y las figuras retóricas que aparecían en cada artículo. La lectura debía ser muy minuciosa y ordenada para que ninguna de estas huellas se me escapara. En ese punto me resultó de mucha utilidad organizar una tabla donde registrar, con pequeñas marcas, las evidencias encontradas en cada artículo. En la primera columna enlisté las categorías según la teoría a la que pertenecían y en las columnas subsiguientes fui volcando la información de las editoriales aclarando primero la fecha de cada una de ellas.

A medida que iba volcando los datos en la tabla iba escribiendo también un texto con las conclusiones parciales que extraía de cada editorial. Trabajar paralelamente con el registro escrito y con la tabla me fue muy provechoso para organizar la información y para determinar más adelante muchas cuestiones de redacción del informe, puesto que la visualización de los datos bajo la forma tabla hizo aflorar con más fuerza las regularidades, es decir, las estrategias argumentativas que se repetían en el conjunto del corpus.

En las instancias de escritura del informe se me presentó un cuestionamiento por el modo de organizar la información relevada. La organización más tradicional, que presenta primero el marco teórico con la definición de todas las categorías y su aplicación a posteriori, no terminaba de convencerme. Me parecía que estructurar el texto de ese modo iba a tornar muy engorrosa la lectura, y opté entonces por escribir diferentes capítulos organizados por categorías conceptuales donde, al tiempo que las definía, trabajaba los ejemplos relevados en las editoriales y hacía observaciones y conjeturas al respecto. En este punto la tabla me fue de gran ayuda: al comenzar, por ejemplo, el apartado sobre “modalidades del nosotros” recurría primero a ésta para observar en las editoriales de qué fecha habían aparecido usos del nosotros exclusivo / inclusivo / abarcativo y, a partir de esos datos, buscaba en los textos de análisis. Con esa información recuperada escribía entonces los párrafos correspondientes a ese apartado. Una vez agotadas las categorías, revisé uno a uno los capítulos para extraer conclusiones. Finalmente decidí llamar “recapitulaciones” a esos últimos enunciados porque me pareció que, para el caso de una investigación exploratoria como la mía, resultaba demasiado rotundo denominar conclusiones a lo que en realidad eran conjeturas o nuevas hipótesis obtenidas al final del análisis.

En definitiva, este es el recuento –más o menos breve- de los problemas que surgieron en el camino de mi trabajo de tesina y de las decisiones –acertadas y desacertadas- que tuve que tomar durante el trabajo. El espíritu de este texto no es definir un modo “correcto” y perfecto de abordar una investigación como la que yo propuse. Lejos de eso, pretende colaborar con aquellos que están trabajando cuestiones similares aportando, quizás, una idea de organización del trabajo y abrir, por supuesto, el debate y la posibilidad del trabajo colaborativo en torno a la metodología de la investigación en comunicación desde sus diferentes vertientes.

5 comentarios:

Anónimo | 14 de diciembre de 2009, 17:31

creo que te apruebo sólo de leer este fantástico y obsesivo informe que armaste. cuando me dijiste de qué iba la tesina dije, ufa no! otra más...pero debo reconocer que me pusiste la tapa bien puesta. sinceramente lovato, no esperaba menos de vos.
mañana llevo harina y bonifacino lanza los huevos...porque yo no me dedico a la violencia. jej. tengo info off the record, pero te la digo por DM. :P

lau | 14 de diciembre de 2009, 17:32

ah! la de antes era yo...qué naba soy

Anónimo | 14 de diciembre de 2009, 19:31

Felicitaciones Anahí por este excelente aporte para conseguir que el desarrollo de la tesina pueda convertirse en un proceso colectivo de construcción de conocimiento...

Aníbal Rossi

Victoria Arrabal | 15 de diciembre de 2009, 7:00

¡¡Muy buen laburo Anahí!!
Un beso grande, Vicky

Anahí Lovato | 21 de diciembre de 2009, 15:45

Gracias a los anónimos finalmente con nomenclatura y a Vicky por el acompañamiento y el aguante de siempre! Ya está, je suis licencié, je!

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