Juan Pablo Meneses: "Para escribir una crónica se necesitan los mismos elementos que para asaltar un banco"

Leyendo Equipaje de mano, su primer libro de crónicas, Juan Villoro llegó a la conclusión de que Juan Pablo Meneses es un tipo que escribe “con la nerviosa felicidad del que ha sobrevivido de milagro”. A decir verdad, lleva una vida que muchos quisiéramos tener: deambula por el globo contando historias para medios latinos e hispanos, y eso le alcanza para subsistir y tomarse una caipirinha en la praia “por razones de trabajo”.

Juan Pablo Meneses es chileno, pero pasa más tiempo en los aeropuertos y cibercafés de otros países y también anda mucho por Argentina. Por estas pampas, hace algún tiempo, tuvo un emprendimiento ganadero: una sola vaca, la “Negra”, criada para contar la intrincada relación de los argentinos con la carne. Últimamente, en cambio, se ha dedicado a anidar en la habitación 54 de todos los hoteles España de Latinoamérica, con la burda excusa de espiar desde sus ventanas el famoso Bicentenario de nuestros gritos independentistas. Fue en esos hoteles donde descubrió, entre otras cosas, que el tiempo se mide en pastillas de jabón. De paso, escribió Hotel España, su más reciente libro de crónicas. No obstante hay que decir que, desde hace varios años, Meneses se dedica además a la redacción de crónicas digitales.

Unos días atrás, Pampa y la Vía tuvo la suerte de cruzárselo en el pasillo de una facultad de Rosario y aprovechó para masacrarlo a preguntas. El resultado se expone en este post, en media lengua argento-chilena.




¿Cómo entendés la relación entre Periodismo y Literatura en tus textos? ¿Hay límites entre géneros?

Yo trato de usar todas las herramientas de la literatura. Están completamente unidas, no las puedo separar. En el periodismo que a mi me gusta y que me gusta hacer, yo cuento un cuento real. Utilizo todos los elementos: personajes, diálogos, suspenso, la tensión dramática, todo eso lo meto en el texto.

¿Qué características tienen tus crónicas digitales como tipología textual?

Las crónicas digitales son diferentes a las crónicas en papel porque tienen cosas distintas en relación al lector. Si el lector de un texto en papel te da cinco minutos de ventaja, es decir, te dice “voy a leer cinco minutos y si me aburro me cambio”, el lector digital te da cinco segundos porque está con el mouse en la mano y con un clic ya se cambia. Entonces, te da mucho menos ventaja para que tú lo atrapes. Tú tienes que atraparlo de entrada. A veces, cuando uno va a leer en papel, se sienta a leer y piensa: “yo voy a tratar de leer esto”. En cambio, con lo digital, se trata de ir al hueso, tenés que ir al hueso.

¿Cómo manejas la interactividad con los lectores en Internet?

La interactividad con el lector para mí es fundamental. En Crónicas Argentinas cada vez que subo un post lo termino con una pregunta, cosa que sean los lectores quienes terminen el texto. Es como que yo doy el pie pero los que lo terminan son finalmente ellos. Me aprovecho de los lectores para que sean parte del texto, y Crónicas Argentinas termina siendo una re-visita a los grandes temas del país pero a partir de la voz de los comentaristas hoy. Ellos son fundamentales a la hora de armar el texto.

¿Planificás tus crónicas digitales hipertextualmente?

Mis crónicas tienen distintos formatos pero, en general, trato de no hacer mucho hipertexto, aunque yo sé que todo tiende hacia allá. Ahora estoy trabajando en un documental y lo veo como que, de esa manera, yo voy jugando con los distintos soportes, pero por separado: hago un documental, hago un hipertexto. Todavía no me gusta mucho esto de meter todo en una misma canasta, pero entiendo que todo va hacia allá.

¿Cómo es la cocina de la crónica?

Yo tengo una receta para esa cocina: se llama el método del tren. Es un método en el cual yo sostengo que para hacer una crónica se necesitan tener claras cinco líneas. Gran parte del secreto de la crónica, y de todo texto narrativo, es pensarlo antes de escribirlo. Como son textos largos, de unos veinte mil caracteres por ejemplo, si no los pienso y me largo a escribir y digo “yo soy un grosso y puedo escribir todo lo que sea”, cuando voy en el carácter número tres mil ya no sé para dónde ir. Me perdí, me empiezo a repetir, empiezo a escribir cosas y digo “pero esto ya lo escribí”. Entonces, de alguna manera, es muy importante pensar lo que voy a decir, pensar cada paso que voy a dar, y eso se puede hacer antes. Muchos textos yo los hago en un café o en el avión, cuando estoy de regreso. Agarro una servilleta y empiezo a pensar cómo lo voy a hacer, cómo voy a estructurar la crónica. En ese momento escribo esas cinco líneas que van a terminar siendo fundamentales en el texto.

Entonces, ¿planificás la crónica una vez que pasaste por el campo y recogiste la información o hay también una planificación previa?

Pienso antes la estrategia con la que voy a abordar el tema. Yo digo siempre que lo que nosotros tenemos que buscar, más que dar el golpe periodístico, es dar el gran golpe. Es por eso que pienso que los elementos que se necesitan para escribir una buena crónica son los mismos elementos que se necesitan para asaltar un banco: tener una planificación, tomar riesgos, tener mucha información del lugar donde vamos a estar. También es asaltar un banco porque nosotros vamos a buscar algo que no nos quieren dar. De otro modo, acabaríamos siendo los relacionistas públicos de la gente sobre la que escribimos la historia. Nosotros tenemos que rescatar algo que esas personas nos quieren dar. A veces no quieren hacerlo porque ni siquiera saben que lo tienen, porque les gusta transmitir otra imagen que no es la que tienen. Por eso tenemos que planificarlo todo como un gran golpe.

¿Trabajás mucho en tus crónicas con quiebres sobre los ejes temporales?

En muchas los quiebro, sí. En muchas también escribo en primera persona y lo hago en tiempo presente. Me gusta el tiempo presente, me gusta decir “voy caminando”. Cuando se escriben las crónicas en tiempo presente, el lector se hace mucho más parte de la historia: es como que tú lo llevas de la mano y él va viviendo contigo lo mismo que te ha pasado a ti. En cambio, si lo hago en pasado y digo “el tipo me apuntó con una pistola”, el lector ya sabe que no me mató porque estoy hablando ya de que esto es pasado. Pero si digo “el tipo me apunta con una pistola”, capaz que me pueda matar, y el lector después se puede dar cuenta que la mitad de la crónica la escribió otra persona porque yo me morí ahí.

¿En qué consiste el Periodismo Portátil?

El periodismo portátil es la manera que yo vi para sobrevivir escribiendo historias por el mundo. Cuando yo estaba en una redacción decía: yo quiero hacer periodismo para viajar. Entonces me decían “no, pero el periodismo ya no es eso”. Y yo insistía: “No, pero yo quiero contar otras culturas y mostrar otras realidades, y meterme en otros mundos”. Me dijeron tanto “el periodismo ya no es eso” que un día decidí hacer un periodismo donde eso sí cupiera, y ahí fue que inventé el periodismo portátil, donde todo eso sí está permitido. Entonces, el periodismo portátil significa salir a la calle. Cuando yo digo salir al mundo a contar historias no me refiero a salir al mundo a cruzar océanos o a llenar pasaportes con timbres, sino que me refiero a salir a la calle, a salir a dar una vuelta a la manzana, hoy que los periodistas cada vez salen menos. Un amigo periodista me decía que las últimas dos veces que él había salido de su redacción habían sido una por un aumento salarial y porque había una alarma de incendio, pero a hacer notas ya no salía, hacía todo por Internet o por teléfono. El periodismo portátil está en contra de eso. Éste es un periodismo callejero.

Muchas veces hablaste de que los diarios tienen que volver a contar historias, volver al periodismo narrativo porque ya no pueden competir con la velocidad de las noticias de otros medios. ¿Creés que es posible escribir buenas historias en las rutinas de 24 horas de los diarios en papel?

En 24 horas se pueden producir historias perfectamente, y además se pueden trabajar con la agenda los temas con anticipación, sin estar pendiente y sin seguir la agenda del día a día de los noticiosos. Hay que ver la agenda con anticipación y preparar historias para ese día, para cuando se desarrolle el acontecimiento. Pero eso implica un cambio estructural más grande: no es sólo contar historias, sino planificar, entender, analizar y preparar las agendas noticiosas de otra manera, no desde el día a día, porque si no tenemos que empezar a competir con Internet, con las redes sociales, con los canales de noticias…y ahí estamos perdidos.

3 comentarios:

hagameuncruce | 25 de junio de 2010, 8:43

Excelente entrevista, muy conciso el periodista, cómo lo puedo contactar?

Anahí | 9 de julio de 2010, 17:47

Hagameuncruce: Gracias por pasarte por acá! No me queda claro si querés contactarte con J.P.Meneses o con quienes le hicieron la entrevista...

Anónimo | 6 de noviembre de 2012, 3:14

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